Para poder motivar al personal de tu farmacia y hacer que se identifiquen con los objetivos de la farmacia, lo más importante es identificar qué necesidades tienen cubiertas y qué otras les quedan pendientes de satisfacer.
De esa manera, nuestros incentivos irán encaminados a satisfacer esas necesidades latentes o no cubiertas.
Existen dos grandes tipos de necesidades: básicas o primarias y secundarias.
Las necesidades básicas más importantes son el salario, la vivienda, la salud y la seguridad en el trabajo.
Las necesidades secundarias son de carácter social (buenas relaciones con los compañeros, clientes agradecidos, reconocimiento público, etc.), y de autorealización (autoestima, satisfacción con el trabajo bien realizado, aprendizaje, etc.).
Por tanto, no siempre la retribución económica será lo más efectivo para motivar al personal. Eso sí, si un empleado no tiene cubiertas las necesidades básicas (su sueldo no le permite pagar la hipoteca de su casa, por ejemplo), resulta difícil que desee cubrir necesidades secundarias (p.e. que quiera aprender una nueva especialidad).
Para poder motivar a una persona es fundamental saber previamente que queremos de ella y comunicárselo con claridad para que pueda saber cuáles son las expectativas en su desempeño. El consenso es necesario para que considere estas expectativas razonables y alcanzables.
También es importante comunicar los objetivos globales de la farmacia, y el rol de la persona en su consecución, es decir, como impacta su trabajo en la obtención de los mismos (p.e. la dispensación de una receta versus la recomendación de un producto en el que tenemos mucho margen tienen diferente impacto en la cifra de ventas, y el empleado debe saberlo).
En resumen, para poder incentivar a nuestro equipo debemos atender a las siguientes claves:
• Proponer y consensuar objetivos: de farmacia y de empleado.
• Definir con claridad tareas y responsabilidades.
• Mantener una comunicación clara y abierta, adaptando los mensajes a la personalidad de cada empleado
• Ofrecer a cada empleado los estímulos adecuados en función de sus necesidades (salario, flexibilidad horaria, reconocimiento, formación, responsabilidad, seguros, etc.).
Normalmente tendemos a ser poco transparentes sobre los objetivos económicos de la farmacia. Esta falta de transparencia hace mucho más difícil la implicación del empleado en su consecución.
Una vez definidas las tareas y con ellas las áreas de mejora de cada empleado, es fundamental su retribución para conseguir motivar al personal. Ésta, a veces, no tiene por qué ser económica. En muchas ocasiones, el incremento de las vacaciones, una mayor flexibilidad de horarios, la posibilidad de intercambiar horarios entre compañeros y todas aquellas iniciativas que favorezcan la conciliación laboral y familiar (especialmente importantes para mujeres con cargas familiares), o incluso la formación a los empleados, son estímulos mucho más eficaces que un aumento de sueldo. Por tanto, resulta vital detectar correctamente las motivaciones de cada persona que integra nuestro equipo.
Hoy en día se tiende a ofrecer paquetes mixtos que combinan una mayor retribución económica y una mayor flexibilidad laboral (vacaciones y horarios), sin olvidar el reconocimiento público, que siempre ha de estar presente.